Los momentos preocupantes que estamos viviendo a nivel mundial y las situaciones de cada país , generan en nosotros cada vez más , deseos de trabajar para construir la FRATERNIDAD UNIVERSAL .
Libertad , Igualdad y Fraternidad, el grito constante de la Revolución Francesa, se hace hoy más necesario que nunca. Son tres virtudes que debemos cultivar en nuestro mundo globalizado como necesidad imperiosa.
¿ Qué hacemos los cristianos con el mensaje de Jesús? Este impacto para otro artículo ...
La libertad y la igualdad deben ser reguladas por la ley y promovidas especialmente por los políticos, pero la Fraternidad es una virtud humana especial; es un sentimiento de amor y hermandad más fuerte que la ambición de unos para con otros. ¿ Cómo se cultiva?
He leído hace unos días un artículo de Koldo Aldai, que no me resisto a añadir a esta reflexión porque ilumina nuestra realidad y sobre todo nos ayuda a reflexionar y dar pasos hacia el cambio.
Las ideologías nos dividen. Creo Koldo nos ayuda a reflexionar.
APUESTA INTEGRADORA
Algún día la bastante e infructuosa disputa partidista nos acabará
agotando. Un sistema basado en la perenne confrontación no puede ser
sostenible. No sé si España ha de buscar desesperadamente a su Macron, pero más
pronto que tarde deberá ceder en nuestro territorio esa actual enconada gresca
entre las formaciones. Sería de agradecer la llegada al poder de dirigentes
capaces de integrar en sus gobiernos las diferentes sensibilidades políticas.
Las ideologías dividen, los valores nos unifican. El tiempo de las
ideologías estaba caducando, pero Emmanuel Macron ha llevado ese
cuestionamiento más lejos que nadie. Era hora ya no sólo de proclamarlo, sino
de intentarlo, de reunir a hombres y mujeres apropiados y capacitados para sus
puestos de gobierno, sin que el color político fuera para ello determinante.
El nuevo presidente francés al elegir ministros de amplio arco ideológico,
contribuye a superar el desfasado esquema de izquierda y derecha. Francia ha
tomado la delantera en esa necesaria apuesta integradora. El nombramiento de un
reputado líder ecologista como ministro de medio ambiente redondea la jugada.
Tras el susto por la amenaza de quien también pugnaba por el Palacio de los
Elíseos, la calma viene acompañada de noticias alentadoras.
La ideología nació en un tiempo de confrontación entre los defensores y
detractores de un injusto orden imperante. En su día pudo tener su sentido. Las
fuerzas revolucionarias apremiaban, no sin razón, para poner fin a un sistema
esclavizante, depredador y abusivo en muchos aspectos. Este sistema ha ido
evolucionando y las condiciones de las clases trabajadoras mejorando
sensiblemente, cuanto menos en nuestro entorno.
La izquierda y la derecha no nos ofrecen hoy diferentes modelos sociales y
económicos. Ambos espectros políticos defienden el mismo sistema desarrollista,
basado en la competencia y en la acumulación de riqueza. Gobiernos
supuestamente de centro, como el del Partido Nacionalista Vasco en Euskadi, no
ofrece menos prestaciones sociales que otros gobiernos autonómicos de
izquierdas.
Apoyar políticas integradoras no implica identificarse con un sistema y
unas fuerzas políticas que mayoritariamente adolecen aún de la suficiente
sensibilidad para con la Tierra nuestra Madre y que nos promueven
principalmente como ciudadanos consumidores. El materialismo e individualismo
que caracterizan el actual sistema, y que tanto nos limitan en nuestra
emancipación integral, están llamados a ser trascendidos. Nos seduce un modelo
basado en otro tipo de relaciones entre los humanos, y la Tierra. Son los
verdes y ecologistas quienes más recogen nuestras inquietudes de transformación
personal y global.
Sin embargo, el advenimiento de este nuevo paradigma global basado en los
valores superiores del cooperar y del compartir, en el cultivo del alma y su
creatividad y no en la búsqueda ciega de acumulación material, no será de un
día para otro. Estamos destinados a cabalgar en este tránsito por tiempo.
Una era más verde y solidaria irá calando poco a poco en el corazón
humano. No podría ser de otra forma. La verdadera transformación sólo puede ser
gradual, si deseamos que ese trascendental cambio de paradigma se vaya
asentando firme sobre una nueva conciencia humana.

El progreso civilizacional ha de comprender la evolución en el sistema
político. La humanidad avanzará si va dejando atrás el obsoleto esquema
banderizo y promueve gobiernos integradores en los que se refleje el principio
de unidad en diversidad, en los que se lleve a las más altas instancias de
gobierno los mejores talentos, con mayor vocación de servicio a la comunidad. Es
por eso que saludamos la iniciativa del nuevo presidente francés de colocar en
su gobierno personas preparadas de diferente filiación política.
Ya no es tiempo de derribar por la brava el orden imperante, sino de hacer
nacer otro orden basado en la armonía y la concordia, en un mayor respeto y
consideración entre los humanos; un nuevo orden que estimule el ser, no el
tener; que nos reconozca más como seres en evolución que como personalidades
atrapadas en los deseos materiales e individualistas. En ese anhelo
impostergable no sobra nadie.
Koldo Aldai Agirretxe