Transcribo un fragmento de la carta de Einstein a su hija:
"El amor es luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El amor es Dios, y Dios es amor.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.”
La espiritualidad está claro que no es la aceptación o adhesión a una doctrina o creencias. Es el sentimiento de infinita dependencia. Depende de nuestras búsquedas internas, porque el encuentro con el misterio impone una pausa. Es la necesidad de infinitud, de Dios.
En este sentido podemos decir que la inteligencia espiritual , que tanto se habla de ella, nos evita formas tóxicas y destructivas de la religión.
El científico se abre a la universalidad del misterio y aporta mayor conciencia de los límites de la razón humana.
La clave de todo está en el AMOR. La espiritualidad cristiana es la oportunidad más sublime porque mediante la identificación con Cristo, Dios y Hombre; nos asemejamos a Dios.


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